El internet tiene diferentes usos según la necesidad de cada persona. Para algunos, es una herramienta de trabajo; otros la utilizan para el entretenimiento.
En muchos casos, la frecuencia del ciberespacio crea hábitos que podrían generar dependencia y comportamientos fuera de control, en donde aparece el uso de la pornografía.
Estudios psicológicos han sugerido que el manejo del contenido erótico puede influir en los comportamientos sexuales.
¿Se podría regular el uso de la pornografía?
La regulación de la pornografía es una tarea especialmente difícil para los legisladores y la comunidad internacional, debido a la naturaleza voluble. Dicho trastorno no aparece como tal en el “Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales” (DSM IV).
Algunas orientaciones han equiparado la adicción con el abuso, otras con la pérdida en el control de impulsos. Lo que sí, es que la adicción es un trastorno secundario a otras patologías como: fobia social, depresión, adicción al sexo.
Derivados del uso del material erótico en la web
Es así que la adicción a la pornografía en internet conduce a comportamientos obsesivos compulsivos por la persona que lo consume, en este caso, los adolescentes.
El cibersexo es cuando dos o más personas simpatizan en una conversación sexual online, con el fin de obtener placer y que puede incluir, o no, la masturbación.
Es un espacio a medio camino entre la fantasía y la acción, y de la suplantación de lo real por lo simbólico. El cibersexo sustituye las auténticas relaciones íntimas.
¿Dónde se debería prestar más atención?
Muchas veces se ocultan delincuentes ciber sexuales para atraer a niños y distribuir diversas formas de pornografía.
El uso excesivo de estímulos visuales sexuales es el problema más frecuente de comportamiento hipersexual. La pornografía esta fuertemente ligada a la práctica de la masturbación, conducta sexual frecuentemente asociada a la culpabilidad sexual.
El exceso de masturbación puede generar en el individuo depresión, estrés, ansiedad, e inestabilidad emocional, problemas de atención y concentración, mente ausente; problemas de memoria, erección débil, impotencia sexual, eyaculación precoz y trastornos del sueño.
La liberación de dopamina en el cerebro, generada por la excitación derivada de la visualización de imágenes con un alto contenido sexual, afecta el lóbulo frontal del cerebro que es el área encargada de las funciones cognitivas y conductuales.
Los lóbulos frontales son las estructuras más anteriores de la corteza cerebral. El alto consumo de pornografía puede alterar negativamente el correcto funcionamiento del cerebro, el único órgano que nos permite pensar.
Conclusión:
La descarga de dopamina afecta las emociones y funciones motrices. La excesiva descarga de esta hormona repercute en la necesidad de volver a producirla, por lo que el cuerpo crea un círculo vicioso donde la adicción es capaz de controlar a la persona y repetir dicha conducta.
De acuerdo con una investigación en Berlín a 64 personas consumidoras de pornografía excesiva, descubrieron cómo se vio afectado el tejido neuronal, el cual está directamente asociado con la inteligencia, afectando la zona del cerebro involucrada en el aprendizaje y la memoria.
Es por esto, que es mayormente dañino en el cerebro de un adolescente de 14 años que está en plena formación y en desarrollo.
