Este tema no “se puso de moda” recientemente. En 1890, el psicólogo William James fue el primer investigador que analizó el fenómeno de la autoestima. Y desde entonces, y a través del desarrollo de diversos estudios, se ha descubierto su importancia con relación a la salud mental.
Para entender de qué se trata el amor propio, debemos tener claro los siguientes conceptos que explican el amor propio y nos darán el paso a paso para lograr desarrollarlo.
Autoimagen: Como su nombre lo indica, es la imagen o la representación mental que se tiene de sí mismo. Vale la pena preguntarse ¿Qué veo cuando me miro al espejo?
Autoconcepto: A partir de la anterior imagen mental surge una percepción sobre sí mismo. Ello ayuda a consolidar una idea general de lo que somos, tanto en el aspecto personal como en lo físico.
Autoestima: Es el resultado emocional que surge a partir de la aceptación del autoconcepto.
Lo anterior no surge espontáneamente; se van formando a lo largo del tiempo empezando en la infancia y se van consolidando durante el proceso de desarrollo, teniendo influencias directas de carácter social.
Siendo la familia el primer ente socializador del ser humano, es posible afirmar que los vínculos afectivos con nuestros padres o cuidadores en la primera infancia tuvieron mucho que ver en la consolidación del amor propio. Sin embargo, no es un concepto fijo, y puede presentar variaciones en las diferentes etapas y circunstancias de la vida. Por ejemplo, tu autoestima en la adolescencia ha cambiado con respecto a la que tienes hoy, ya sea positiva o negativamente.
Muchos creen que la autoestima surge al ser optimistas ante las diversas situaciones de la vida, lo cual es un error. Porque trabajar para mejorar la autoestima requiere de un proceso introspectivo, es decir, observar y evaluar con objetividad los esquemas mentales que ya se han fijado para modificarlos y posteriormente reconstruir la autoimagen y el autoconcepto, para lo cual se requiere la ayuda profesional.
¿Qué importancia tiene trabajar el amor propio?
La autoestima es una estructura base de la salud mental. Por esto, trabajar en ella previene o ayuda a mejorar enfermedades psicológicas como la depresión o la ansiedad y además previene conflictos afectivos como la dependencia emocional.
Características de una persona con buena autoestima
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- Reconoce sus errores, tiene suficiente seguridad como para modificar su opinión y disculparse.
- Seguridad al tomar decisiones.
- Capacidad de actuar según su criterio sin sentirse culpable, aunque otros no le aprueben.
- Confía en sus capacidades para enfrentarse a diferentes situaciones, sin sentirse autosuficiente porque sabe cuándo pedir ayuda.
- No es manipulable
- Reconoce su valor como persona y reconoce el valor de quienes le rodean.
- Empatiza con los sentimientos y necesidades de los demás.
- No le inquieta algún error pasado, ni lo que pueda ocurrir en el futuro.
- No se menosprecia
En conclusión, la autoestima permite tener relaciones interpersonales sanas, por lo tanto, influye positivamente en la manera de interactuar en el mundo, mejorando la calidad de vida.
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