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¿Cómo ayudar a un ser querido en tiempos difíciles?

“En unos días volverá todo a la normalidad”, esta es la expresión que usaba una paciente afectada por lo que estaba comenzando a vivir en los inicios de la pandemia, con cuarentena que la mantenía confinada en su departamento. De eso van cerca de seis meses.

Las elaboraciones en torno a la duración de esta pandemia han sido de las más variadas, hay quienes pensaron que todo volvería pronto a la “normalidad” hay otros que comprendieron que esto llegaba para quedarse; lo cierto es que el tiempo que ha transcurrido ha dejado una estela de inseguridades, miedos y otros síntomas en torno a la salud mental que ha afectado a gran parte de la población.

No es menor el fenómeno que hemos vivido (y seguimos viviendo), es algo absolutamente nuevo que nos ha hecho llegar a límites inesperados en torno a nuestro desempeño familiar, laboral y relacional; no es extraño pensar que hasta nuestra relación con nosotros mismos ha cambiado, esto producto de una sensación de incerteza y fragilidad que anda en el aire.

Hoy nos cayó encima, invisible e indomable, nuestra flaqueza humana; esa que no es moral ni cabe en nuestra libertad. Se nos instaló la realidad infranqueable de la impotencia.

Con ese telón de fondo y una humanidad puesta a prueba, es un tanto arriesgado pensar en un “retorno a la normalidad”, como si lo que hemos vivido se tratara de una larga siesta; sin embargo, la exigencia es la misma para todos: debemos continuar.

 

En este clima en el que se nos va preparando para un “retorno”, es sumamente importante cuidarnos físicamente, no obstante, la invitación también incluye a esa parte un poco olvidada de nuestra humanidad: la salud mental.

No es misterio que muchos síntomas psicológicos se están manifestando en una suerte de pandemia paralela, silenciosa pero que pone muy de manifiesto nuestra fragilidad en la adecuación a nuevos escenarios complejos.

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Es por esto, que debemos hablar de señales de alerta, autocuidado, cuidado del otro y bienestar de tal modo que nuestro mundo interno vaya acompañando a esta “gradualidad del retorno” que a tantos asusta pero que puede convertirse en un buen ensayo de armonía e integridad.

Es tiempo de probar cuánto y en qué dirección nos ha cambiado esta pandemia.

Esta salud mental de la que tanto se habla, pero poco se concreta y sustenta elementos clave para el propio proceso de autocuidado, cabe destacar que el impulso (o la pulsión) a sobrevivir al coronavirus (y a los males de la vida en general) se enraízan en ella, en la vida de la psiqué, para los griegos antiguos, el alma, para nosotros; la vida mental.

Cuidar de las emociones, de los pensamientos, de las consecuentes conductas es cuidar de nuestra totalidad por lo que abandonar esta parte de nuestras existencias podría generar consecuencias sumamente indeseables en un contexto como el que estamos enfrentando.

 

 

Contribuyamos a que esto no derive en una “doble pandemia” en la que tengamos enfermos/as por el COVID y además enfermos/as del alma: ambas pueden llegar a ser igual de invisibles.

Ps. Antonella Vallejos

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