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Espíritu y alma: algo más allá de lo material

espiritu y alma alex haindl

Hoy en día nuestro espíritu y alma, muchas veces dejamos de lado el carácter sagrado de las personas y las vemos, sin darnos cuenta, como seres definidos por nuestra percepción personal y/o colectiva.

Sin embargo, la relación que personalmente establezco con alguien que requiere de ayuda psicológica y/o emocional, tiene que ver con acompañar, profesionalmente, el camino de descubrimiento que se va abriendo en la vida de cada persona, a medida que el proceso terapéutico se desarrolla.

Para comprender esto, los invito a ir más allá de la idea que somos solo cuerpo, y entrar de lleno en comprender que una persona está constituida por dos dimensiones esenciales: la corporal y la anímica, ésta última directamente relacionada con el alma con el espíritu.

El alma es el principio vital de todos los seres vivos, que puede ser vegetativa, animal o humana. La muerte, por ejemplo, se puede comprender como el momento en el que el alma deja el cuerpo y éste queda inanimado.

Para comprender mejor esto, es necesario traer a colación lo trabajado en 1833 por Wilhelm Dilthey, filósofo alemán, quien estableció la clara diferencia entre “las ciencias de la naturaleza y las ciencias del espíritu”.

Dos veredas aisladas

Por un lado, dentro de las ciencias de la naturaleza tenemos una concepción materialista, que establece que los seres humanos somos pura materia y nada más, y por el otro, en las ciencias del espíritu, nos encontramos con una teoría que afirma que hay una energía en nuestro ser, es decir, hay algo en nosotros que no se identifica solo con el cuerpo algo mas allá de lo material.

El espíritu es lo que trasciende lo físico, por ejemplo, la capacidad de amar a alguien, aspirar a ideales, incluso dar la vida por una causa mayor. En estos casos, el cuerpo puede convertirse en un límite para el completo aparecer del espíritu. Hay instancias de vida en donde queremos transmitir algo, pero no podemos del todo, por ejemplo, cuando le queremos expresar ciertos sentimientos a otra persona, pero quedamos con la sensación de que cualquier acción es poca. En otras palabras, todo eso que está más allá de lo corporal, es lo que llamamos espíritu.

¿En qué posición se encuentra el ser humano actual?

Frente a toda esta concepción, en la actualidad el ser humano tiende a vivirse fragmentadamente. Por ejemplo, si una persona se enferma del cuerpo, va al médico, y si se enferma del espíritu acude al psicólogo. Hay una tendencia a comprenderse solo desde una de estas dimensiones. Por ejemplo, hoy prolifera el contenido audiovisual en las redes sociales, donde queda en evidencia una idolatría hacia el cuerpo, es decir, se vive en base a las necesidades de éste y se olvida la dimensión espiritual.

A la vez, existe también una separación entro lo afectivo y lo intelectual, donde muchos velan por vivir desde alguna de las dos veredas. Desde lo afectivo, las emociones son tan espontáneas, que muestran lo más propio de la persona, y por lo mismo, muchas veces no son compartidas.

No obstante, hay que tener en cuenta que no somos solo emociones, también somos energía pensante, que, si la ocupamos para nuestro bien, nos permite mirar con altura de miras experiencias difíciles de digerir para nuestro ser, y así poder darle una respuesta a lo vivido.

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Esta capacidad hoy se encuentra en crisis, debido a que nos hemos ido acostumbrando, con el avance de los tiempos, a que todo se nos dé instantáneamente y sucumbimos ante la frustración de no poder conseguir lo buscado. Hoy no observamos con profundidad ni consideramos detenidamente las experiencias vividas.

Así también, el conocimiento nunca se da directamente, tenemos que buscar a través de nuestros sentidos para desarrollarlo y esto nos recuerda que estemos mediados por el cuerpo. El hombre no está solo como un algo orgánico en el mundo, sino también como humano, es decir, que a través del cuerpo está presente como persona, no solo somos organismo, sino que presencia humana.

El cuerpo también es presencia, que interpela al reconocimiento y a través de él nos experimentamos en el existir.

Por medio de la ausencia nos damos cuenta de lo que significa el tener una orientación hacia los demás, y ésta se hace cada vez más significativa dependiendo del grado afectivo que tengamos con un otro.

Cambiando de lentes

Dicho todo esto, mi invitación es empezar a ver al ser humano como un todo, por ejemplo, cuando nuestras emociones ya no pueden seguir siendo guardadas, estas se expresan a través del movimiento del cuerpo, y es ahí donde tenemos que tomar consciencia y no ignorar esas manifestaciones. A través de los gestos, lo corporal se convierte en el campo expresivo del ser humano.

Es por aquello que existe una unión sustancial donde materia y forma son dos principios que no pueden ser separados, están unidos.

Es necesario vivirse integradamente, pensando, queriendo y preocupándose por uno y también por los demás, comprendiendo que la persona es un todo, una biunidad que nos muestra que como arriba es abajo, que el hombre tiene su cuota de mujer, que la mujer tiene su cuota de hombre, y eso es lo que forma la totalidad para el desarrollo de la existencia.

Día a día experimentamos esa totalidad. Por un lado, estamos instalados en el mundo corporalmente y por eso nos podemos relacionar con las cosas materiales, y por otro, vivimos con una energía en constante movimiento producto de nuestra irrepetible y cambiante historia de emociones, es decir un yo único. Un ejemplo de aquello es que cotidianamente decimos “yo me relaciono con tal persona”, a lo que sería muy distinto decir: “mi cuerpo se relaciona con tal persona”.

Una perspectiva holística

Tenemos diferentes dimensiones en donde movernos: la corporal, la anímica, la espiritual, la social, y la volitiva. Esta última, que deriva de “volo” en latín, significa “querer”, que no es lo mismo que desear. Querer es fijarse propósitos y luchar por eso, en otras palabras, lo que llamamos voluntad.

Llegados a este lugar, la pregunta clave es: ¿Cuales de estas dimensiones tenemos abandonada/s al punto de no querer observarlas por temor a una consecuencia imaginaria? ¿Realmente es el espíritu y el alma algo mas allá de lo material?

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