Las madres primerizas atraviesan estados de total vulnerabilidad en el proceso de gestación y nacimiento de su bebé.
Sería mejor, y más preciso, hablar de maternidades, porque existen tantas maternidades como mujeres que quieren convertirse en madres.
La maternidad, en singular, responde más a un constructo social y cultural. Se refiere a un modelo de comportamiento que asigna roles.
En 1997, la conocida psicóloga Denise Defey describió el concepto de maternidades como: “un proceso que se gesta muchas veces a la vista de todos, bajo la mirada de nadie, bajo la condena de muchos y la comprensión de muy pocos“.
En el reparto de roles, a las mujeres, se nos atribuye el de “ser madre” y serlo de una manera determinada.
Las maternidades, desde la Psicología Perinatal
Las maternidades son consideradas como “crisis vitales” ya que plantean conflictos, sensaciones contradictorias, cambios psíquicos y transformaciones muy profundas en distintos niveles. Esos cambios serán diferentes en cada uno y estarán vinculados a diversos factores:
- Biológicos
- Emocionales
- Familiares
- Culturales
- Sociales
Con la llegada de la maternidad, la vida personal de la mujer se desorganiza en relación con lo establecido anteriormente.
Vulnerabilidad en las maternidades
En el embarazo, parto, puerperio y primeros meses del bebé, se presentan diversos trabajos psíquicos a realizar, entre ellos destacan:
- El duelo por un cuerpo que ya no es el que era, y no volverá a serlo aún finalizada ya la gestación.
- Un nuevo modo de vida. A partir del nacimiento de la criatura, existirá una realidad cotidiana de total dependencia física y emocional del uno con el otro.
- Se recortan las posibilidades de independencia y uso personal de los tiempos y espacios.
- La construcción de un nuevo rol, desconocido por completo hasta el momento del parto, aún si no se trata de un primer hijo.
Son diversos los escenarios con los que tiene que lidiar una madre en los comienzos de su maternidad. Pueden ser abrumadores los desafíos psíquicos y adaptativos por los que tiene que atravesar.
Las maternidades vistas desde la incomprensión.
Desde la “romantización” de la maternidad, los distintos desafíos que atraviesa la mujer son minimizados y silenciados; estigmatizando y culpabilizando a aquellas mujeres que no encajan en los parámetros que marcan un modelo de maternidad ideal.
¿Qué se espera de una madre?
Ante todo, que sea incondicional, que tenga disponibilidad permanente, ejercicio pleno y lineal de su rol, es decir, que jamás se queje y que no desee otras cosas más allá de criar. A ningún vínculo se le exigen tales características, solo al vinculo materno-filial.
Amamos a nuestros hijos, pero también nos cansa la tarea de criar, como cansaría a cualquier persona a la que se le asignara como única o prioritaria función.
La maternidad no es tarea sencilla. Está signada por un sentimiento de ambivalencia, estructural y no excepcionalmente,
Sería más sano aprender a convivir con ella, y dejar de exigirnos un permanente “buen rendimiento”.
Las maternidades son ambivalentes, humanas, imperfectas, reales. Intentemos vivirlas desde ahí, más sinceramente.