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La función materna y la diversidad de género

funciones maternales

¿Qué imaginamos cuando hablamos de “Funciones Maternas”? Tendemos erróneamente a pensar con frecuencia que son funciones que ejerce exclusivamente la mamá durante la crianza.

El sostén, la contención, el amor, el cariño, los cuidados básicos, nutrición, etc, vienen dados por la madre. Pero, ¿qué ocurre con los niños que crecen con la ausencia de la figura materna?

Cuál es la Función Maternal

Independientemente de cuál haya sido la causa, el padre, la abuela, tía o representante que ejerce la llamada “función maternal”, ocupa un rol y no un “título oficial” para ser llamado mamá o papá.

Desde la Psicología, lo que se conoce como Funciones Parentales en la crianza de un niño, se pueden combinar en dos: función materna y función paterna. Dichos papeles no necesariamente van ligados a una persona, sexo particular, ni obliga a que existan exclusivamente lazos sanguíneos.

Desde el punto de vista de la Psicología más antigua, cada una de estas funciones está establecida por los parámetros que son comúnmente conocidos. La función paterna representa la Ley y, además, introduce al mundo social y profesional.

Por su parte, la función materna es aquella que reconforta, cuida, contiene y aporta una presencia corporal; sobre todo durante los primeros años de vida del bebé. Son conceptos que están establecidos desde siglos atrás.

¿Por qué hablamos de función y no madres?

Porque se trata del rol que ejerce una persona en relación asimétrica con un niño o niña, y que está dispuesto a desempeñar por decisión.

Una función puede estar presente en todas las modalidades familiares actuales. Pueden ser: monoparentales, homoparentales, tradicionales, adoptivas, ensambladas, o cualquier otra modalidad dentro de la enorme diversidad que existe cuando se habla de familia en la actualidad.

Así como la función paterna no va ligada únicamente a un sexo, la función materna tampoco queda en exclusividad de una mamá o mujer. Tampoco se trata de la mamá biológica, ya que un gran número de madres adoptantes representan esta función.

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Muchos hombres pueden presentar una capacidad de contención, o acogimiento, que brinde seguridad al niño. Un padre viudo puede ser la figura contenedora, cariñosa y representante de la llamada “Función materna”.

La función materna no viene dada por los modelos de género, que indican las conductas o los patrones educativos que los padres y madres pueden realizar, sino por un efecto que tiene que ver con funciones estructurantes del psiquismo.

Tampoco la función materna, desde la psicología, puede entenderse como un conglomerado de consejos de puericultura, crianza y educación de los hijos. Sino que las funciones parentales tienen que ver con funciones que resultan esenciales para que la constitución psíquica, mental, emocional, subjetivante del niño o niña pueda darse.

La función materna no tiene que ver con la cantidad o calidad amorosa de los vínculos; aunque, sin duda, sin amor es complejo desarrollar una sensibilidad para comprender los indicios comunicativos del bebé recién nacido, o para poder contar con una disposición o entrega que requieren las funciones parentales.

La función materna desde la psicología

La extrema dependencia del bebé humano al nacer es tal, que sin una figura contenedora el lactante no sobrevive. Su condición neurológica de inmadurez hace que el recién nacido quede en total vulnerable, y dependiente de otro en una situación asimétrica de saber y de poder.

La figura que ejerce la “Función materna”, sin tener relevancia si esta persona que le brinda el sostén emocional necesario es un “él” o una “ella”; será la responsable de las representaciones psíquicas que darán origen a cualquier simbolización. Esto se relaciona con: el modo en que el bebé es sostenido, mirado o tocado.

El representante de la función materna tiene un lugar privilegiado. Dicha persona acompañará al niño en el recorrido relacional con el mundo que lo rodea; pero no en todos los casos es posible, y eso no significa que sea sinónimo de complicaciones en el infante.

No es la persona sino la función o el rol

Nos encontramos con casos en donde existe la función materna, como figura de sostén y apego, es crucial para el desarrollo psíquico, emocional; y puede ser ejercida por otras personas como el padre, madre o padre adoptante, abuela, abuelo, tía, tío; es decir, que no es la persona sino la función o el rol el que aporta lo necesario para brindarle una vida emocional al niño o niña.

Estamos atravesando momentos de diversidad, de cambios, de apertura mental y de aceptaciones a nuevas, y diferentes, realidades. Es imposible pensar que con el paso de los años las cosas se mantengan igual y que no se genere ningún cambio. No se trata de que unos sean más que otros, o pelear por ver quién consigue la victoria, se trata de que verdaderamente se consiga y se reconozca la igualdad. Esto sería evolucionar como sociedad.

 

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