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Maternidad avanzada: cuando el cuerpo deja de acompañar al deseo

El tiempo pasa, corre, camina, descansa y siempre, deja sus marcas. La maternidad y paso del tiempo no siempre se encuentran en un punto de posibilidad.

Para las mujeres, el deseo de maternidad puede aparecer o puede no hacerlo en una temporalidad que no tiene que ver con los tiempos biológicos.

Pero, ¿qué pasa cuando el deseo, o las posibilidades más propicias para cada mujer, llegan en un momento en el que el cuerpo ya no puede acompañar una espera? ¡Continúa leyendo!

¿El tiempo se convierte en el enemigo?

Para las mujeres, las posibilidades reproductivas no son las mismas con el correr de los años. Generalmente, con la cada vez más habitual postergación de la maternidad, el desfasaje entre cuerpo y deseo se hace más profundo.

Sabemos, ya bastante bien a esta altura, como prevenir un embarazo, pero ¿qué sabemos de nuestra fertilidad? ¿Cómo es el recorrido de nuestras posibilidades reproductivas? ¿Podemos llegar a un embarazo de igual manera y con la misma probabilidad en cualquier momento de nuestra vida?

No siempre contamos con esta información. Las consultas ginecológicas de rutina no abordan esta temática, como tantas otras respecto de la salud sexual y reproductiva de las mujeres.

Sería bueno poder conocer lo que va sucediendo con nuestro cuerpo en lo que a fertilidad se refiere. Esta información podría darnos un mayor margen de elección para nuestra planificación familiar.

Los planes rara vez salen exactamente como se pensaron, esa es una realidad, pero si hablamos de fertilidad, siempre es bueno contar con la información pertinente para saber con qué podemos encontrarnos en las diferentes etapas de la vida, si estamos tratando de buscar un embarazo.

Algunos datos precisos:

Las mujeres nacemos con todos los óvulos que vamos a tener a lo largo de nuestras vidas: no se crea ninguno nuevo. Nuestro mayor número de óvulos se da dentro del útero de nuestra madre: un feto de sexo femenino de 20 semanas tiene cerca de siete millones de óvulos.

Al nacer, este número se reduce a unos dos millones. En la pubertad y al comienzo de la menstruación, quedan entre 300.000 y 500.000 óvulos.

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Durante la mayoría de los ciclos menstruales, uno de los óvulos madura y sale de uno de los ovarios (ovulación) con el fin de prepararse para la fecundación. No obstante, el descenso en el número de óvulos (también denominado “reserva ovárica”) se acelera y, desde el momento en que comienzan los períodos menstruales, mueren aproximadamente 1000 óvulos al mes. A lo largo de la vida, los ovarios liberarán cerca de 500 óvulos maduros.

Entre los 20 y los 30 años, las mujeres atravesamos el momento de mayor fertilidad. Esta va declinando desde mediados de los 30 hasta llegar a la menopausia. Entre los 35 y 37 años el declive es algo más paulatino, y a partir de los 40 se hace más notorio.

Una vez agotada la reserva ovárica, los ovarios dejarán de producir estrógeno y comenzará la menopausia. La mayoría de las mujeres solemos llegar a dicha fase en torno a los 50 años.

Ahora bien, ¿podemos ir conociendo nuestra potencialidad reproductiva en los diversos momentos de nuestra vida?: existen numerosas pruebas que se pueden llevar a cabo en mujeres mayores de 35 años (y antes también) que están intentando concebir para predecir la reserva ovárica (el número de óvulos restante):

Dosaje de la hormona antimülleriana o AMH: pueden realizarse en cualquier momento del ciclo menstrual e incluso si se toma la píldora anticonceptiva.

También puede medirse la hormona foliculoestimulante (FSH) y el estradiol en sangre. Estos dos análisis pueden servir para detectar una función ovárica en descenso al principio del ciclo menstrual, justo cuando el folículo dominante se  prepara para la ovulación.

El “recuento de folículos antrales” es otra prueba que puede realizarse para detectar una reserva ovárica insuficiente. Durante esta prueba, se emplea una ecografía transvaginal para determinar el número de folículos listos el tercer día del ciclo menstrual.

Aspectos que no deben de pasar por desapercibidos:

Si a los 20 años de edad, las probabilidades de conseguir un embarazo son de un 25% cada mes, a los 45 años se reducen a menos del 1%. Y si pasa, el riesgo de aborto espontáneo es mayor (Hasta los 35 años el riesgo es de alrededor del 10%. A los 45 años, es de más del 50%).

 Los embarazos a esta edad son considerados de alto riesgo, por lo que necesitan un seguimiento ginecológico más exhaustivo. Las madres tienen más posibilidades de sufrir diábetes o hipertensión gestacional, lo que puede derivar en un parto prematuro. Además, al tratarse de un óvulo envejecido aumenta el riesgo de alteraciones cromosómicas en el bebé (síndrome de down, por ejemplo).

Hasta aquí los datos. Por supuesto nada es exacto. Hay excepciones, y no todo es calculable. Pero siempre es bueno conocer cual es el terreno por donde queremos movernos. Si a maternidad nos referimos, contar con la información necesaria puede permitirnos un mejor manejo de las posibilidades reales de llegar a un embarazo.

Sin caer en apuros ni en negaciones, conocer a nuestro cuerpo (sus posibilidades y limitaciones) puede ayudarnos a ponerlo donde y cuando lo deseemos, sabiendo con qué podemos encontrarnos en cada momento.

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