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Maternidad en pandemia: entre videollamadas y recuerdos

madres y salud mental

Maternidad en Pandemia

En estos momentos nos preparamos para celebrar el símbolo anual que representa el amor hacia la progenitora. Nos acercamos a ese segundo domingo del mes de mayo, en donde el mundo se abre al abrazo materno, el Día de la Madre.

Más allá de las discusiones de siempre, sobre si es una celebración comercial o que todos los días son días de la madre, lo cierto es que, sin duda, cada segundo domingo de mayo es algo importante, pues la familia se reúne en torno a “la gran mamá”; que puede ser la vieja matriarca de un núcleo, o todas las mujeres de la familia.

La utilización comercial del festejo por la madre, transforma ese día en un festival de regalos, tanto comprados como hechos en el colegio, donde se valoran los presentes y se atenúan las ausencias, pero no va en desmedro de las ganas de verla o festejarla. Pero en las actuales circunstancias podemos dejarnos llevar por una reflexión:

¿Cuál es el significado de la madre en tiempos de pandemia?

La pandemia nos deja enfrentados, por segunda vez en catorce meses, a dos realidades que duelen y que se hacen patentes en este próximo Día de la Madre:

  • La primera es la del aislamiento de nuestros seres queridos, y, por lo tanto, la parcelación de la familia.
  • La otra realidad nos enfrenta a una falta tal vez provocada, por el Covid-19: la ausencia de la madre que partió.

El domingo 9 de mayo, todos de alguna manera, sentiremos una falta. En muchos, y afortunados casos, podremos suplir la ausencia mediante contactos virtuales. La pena de no poder estar todos juntos como familia, de no poder ir a ver a la madre, en donde se encuentre, o, incluso, el no poder ir al cementerio a recordar a aquella que ha partido, podría ser algo a tomar en consideración; en términos psicológicos, la expresión del amor es necesaria.

La maternidad en la Psicología

  • Para Carl Jung, la madre es un arquetipo universal. Madre mujer, Madre naturaleza, Madre cobijo y origen. Por lo tanto, nos sentimos huérfanos de su calor si no podemos abrazarla.
  • Para Freud la madre es la satisfacción de nuestro primer deseo: el alimento. Es decir, cuando nacemos, ella nos provee de lo que más deseamos: la leche materna. El pecho materno es nuestro abrigo y sustento. Esa sensación nos acompaña toda la vida a nivel inconsciente, e influye en nuestra conducta.

Por lo tanto, necesitamos rendir tributo presencial a nuestra madre, para volver a anidarnos, aunque sea por un rato, en nuestro ser interior. Rendirnos una vez más ante nuestra infancia, esa etapa donde suceden los principales hechos que van conformando nuestra biografía.

El significado de madre va más allá de la maternidad

La madre es la realización de un deseo colectivo, de ella venimos. En su vientre nos fuimos construyendo, desde su pecho percibimos el mundo; fuimos parte de su cuerpo. Por lo tanto, jamás podemos separarnos de esa pertenencia.

La madre está presente en todo aquello espiritual, como el amor, el consuelo, la ternura, la palabra adecuada, el perdón. Nos guía en el camino hacia nosotros mismos, cuando nos desviamos y andamos sin sentido, porque nos hemos distraído, o tentado con el paisaje que se nos presenta y, entonces, cuando queremos volver a él, la nombramos; la llamamos hacia nosotros para recuperar el aliento y la vida, siempre pensamos en ella.

Necesitamos a mamá cuando deseamos sentir el calor de un abrazo; en situaciones de dolor por un duelo, al llorar a alguien que ha partido, por una separación, o, tal vez, porque una enfermedad nos acecha. En el pasado, la madre representaba el hogar, la protección y la compresión; mientras que el padre es la figura del trabajo, el sustento y la autoridad. De ahí, provienen nuestros paradigmas de que el hogar es la madre, y la sociedad el padre.

La maternidad en el siglo XXI

Sé tierno como la madre, sé fuerte como el padre”. Dichos estándares construyen una letanía propia de un modelo de sociedad occidental del siglo XX.

La mujer salió de la casa para trabajar y aportar desde lo material. Si bien, el típico hogar perdió un poco de ese calor de horno, y, olor a cazuela de la madre práctica y paradigmática, que se desprendía de las viejas casas de los sesenta y setenta; hoy las reivindicaciones de la mujer por un espacio de igualdad ante el hombre, resitúan la figura materna.

Sin embargo, la madre sigue estando presente como un símbolo esperanzador de cambio y de virtud social. Pues, la mujer construye puentes comunicacionales con el otro, con los otros, desde la mirada sabia de la ternura y la creación.

Aún en los discursos más duros, la mujer se expresa a través de la madre. Son esos ojos y esa voz las que siguen diciendo que es en la matriarca universal como arquetipo, donde encontraremos solución a los problemas que nos aquejan.

Es en la madre simbólica del cobijo, que podremos comprender el porqué de tanta violencia y desapego en una sociedad construida por un modelo proveniente de lo masculino. Por lo tanto, ser madre va más allá de tener hijos.

¿Debemos volver a la madre para volver a encontrarnos?

La madre es la matriz de nuestra historia. Con esa misma fuerza con que la figura materna se expresa positivamente en nuestras vidas, también puede ser algo devastador si esa fuerza es negativa. Es decir, si no tenemos buena relación con nuestra madre, no existe nada más doloroso que ese desencuentro afectivo.

Pero en ese caso, debemos recurrir a nuestro inconsciente, a aquello que habita en nuestros recuerdos olvidados, pues sin duda, en ellos hallaremos momentos de encuentro, desde donde podemos resignificar el vínculo. Si dejamos crecer la maleza, no veremos la raíz de nuestra vida. Trabajar en nuestro propio jardín interior, es tarea de todos los días. Ahí reside la madre.

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