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¿Por qué sentimos Miedo?

Alguna vez te has preguntado porque algunas personas están encantadas con la celebración de
Hallowen y otras no pueden ni siquiera pensarlo? Es decir, ¿Por qué ante un mismo hecho, o una situación “objetivamente” no amenazante, puede ser valorada por algunas personas como muy peligrosa?

Por ejemplo, mientras a algunas personas les puede resultar muy agradable ver una película de terror, a otras les puede parecer totalmente desagradable. Algunos les resulta “horrible estar en las alturas”, otros se divierten practicando deportes de riesgo.

¿Por qué ocurre esto?
Existe una estrecha relación entre nuestras interpretaciones y lo que sentimos, y es muy importante que lo tengamos presente, pues con frecuencia, la causa de nuestro malestar emocional, no es la realidad, sino nuestra forma de interpretarla.

¿Qué es la interpretación?
La interpretación es el procesamiento que realizamos en la mente de toda la información que
recibimos, tanto del exterior (ambiente), como de nuestro interior (pensamientos/ sensaciones físicas).

La evaluación de la situación, se realiza de manera inconsciente, y da lugar a los pensamientos, valoraciones y reflexiones acerca de lo que está sucediendo.

Es por ello, que cuando nuestra mente realiza una evaluación de una situación interpretada como amenazante (real o puede ser una percepción), y encuentra falta de recursos para afrontarla, en nuestro cuerpo se activa el circuito del Miedo.

  • La falta de recursos internos se debe a las siguientes características:
  • Autoconcepto sesgado: una imagen distorsionada de uno mismo.
  • Autoestima negativa o inestable: una mala valoración de uno mismo o que dicha valoración va
    cambiando según acontecimientos externos.
  • Falta de confianza: ausencia de seguridad y esperanza
  • Pesimismo: tendencia a observar la realidad desde una perspectiva negativa.

¿Cómo Gestionar el miedo?

El miedo como toda emoción debe ser gestionada y regulada:

  1. Percibirla: Ser consciente de ella
  2.  Identificarla: ponerle nombre a esa emoción que sentimos en el cuerpo.
  3. Sentirla: notarla y no luchar para evitarla.
  4. Escucharla: Las emociones nos aportan mucha información que puede servir de guía.
    Puedes preguntarte: ¿Por qué estoy sintiendo miedo ahora? ¿Qué es lo que está
    provocando esta reacción?
  5. Dejarla Ir: Una vez que la emoción ya te ha aportado información suficiente y has
    decidido en consecuencia, puedas soltarla y dejarla ir.

El circuito del Miedo

Ante una situación de alerta, el cuerpo reacciona liberando más cantidad de azúcar a la sangre
para poder utilizarla en caso de necesitar el movimiento para la lucha o huida, y por el mismo
motivo aumenta la circulación en la sangre, la frecuencia de los latidos del corazón y la
respiración. Todo se prepara en el cuerpo para aumentar la fuerza muscular ante la acción.

Al mismo tiempo, nuestro cuerpo empieza a manifestar exteriormente los signos de miedo, los ojos abiertos y los músculos tensos.

El miedo como toda emoción tiene una función adaptativa, nos permite anticipar el peligro y
reconocerlo. Su función es mantener el estado de alerta y en consecuencia a algunas personas
los predispone a afrontar, otros a escaparse o a evitar y a otros los paraliza la situación temida.
Miedo, Susto, Temor, pánico y terror.

Los sinónimos del miedo son, susto, temor, terror, pánico, espanto y horror. La diferencia
entre todos ellos es la variedad en la intensidad de la emoción sentida.

El miedo surge entonces, como hemos dicho, frente a una situación evaluada como peligrosa,
(real o no), algo desconocido, una amenaza o la expectativa del dolor físico o psicoemocional.

El temor surge ante algo que imaginamos mentalmente, algo que es irreal o algo que se dará
en el futuro pero que no existe todavía en el presente.

Cuando al miedo se une la sensación de impotencia, de sentirse indefenso y el sentimiento de
desamparo, nos invade el pánico. Y el terror entonces, surge con el acercamiento inevitable de
aquello que nos aterroriza.

Técnicas de relajación para controlar el miedo.

Aprender técnicas de relajación es muy importante, ya que tienen como objetivo disminuir la
activación fisiológica que produce el estrés, la ansiedad o el miedo.

Las técnicas de relajación funcionan ya que consiguen activar el sistema nervioso parasimpático e inhibir parcialmente el funcionamiento excesivo del sistema nervioso simpático. Consiguiendo así evocar una respuesta de relajación o haciendo incompatible la respuesta de ansiedad.

Exponerse al estímulo temido de manera gradual ayuda a la disminución de la intensidad de la
respuesta ante la repetición continuada de un estímulo inofensivo, es decir, si afrontas de
forma regular una situación que no es perjudicial, tu reacción emocional cada vez será menor.

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