Cómo vemos la procrastinación
De seguro te ha pasado que recuerdas que tienes que hacer algo, pero después dices: “Esto lo puedo hacer luego”, “lo haré mañana”. Cuando llega el día de mañana tú dices “No me preocupo, es para la otra semana. Tengo tiempo todavía”, y para cuando te das cuenta estás a un día de la fecha límite y no has hecho nada, te desesperas y comienzas a correr para hacerlo. Esto es lo que se conoce como procrastinación y es más común de lo que creemos.
La procrastinación puede ser definida con esta simple frase: “dejas para mañana lo que puedes hacer hoy”. Ya sea porque te sientes agotado, no tienes ganas de hacerlo o cualquier otra razón que tengas. Esto significa que tú vas aplazando algún deber que tienes hasta que te das cuenta de que ya no puedes posponerlo más.
Se puede ver el procrastinar con excusas como “es que he trabajado tanto y merezco un descanso” o “aún tengo tiempo” y esto nos pasa con múltiples actividades. Pero de lo que no nos damos cuenta es que, haciendo esa actividad en el momento indicado, sin posponerla, después de realizarla podremos descansar.
No vemos que procrastinar sea malo y muchos de nosotros lo hacemos, pero ésta es una conducta que no deberíamos tener por el hecho que nos afecta cuando vamos a estar apresurados, corriendo para hacer eso que no hicimos, lo que va a provocar que tengamos altos niveles de estrés y un gran malestar.
Los contextos en donde ocurre la procrastinación
Procrastinar ocurre en muchos escenarios de la vida diaria, ya sea que estemos en la universidad, el colegio, en el trabajo o con las tareas del hogar y los deberes que debemos cumplir. Siempre existen actividades a las que damos prioridad y no cumplimos con lo que debemos hacer.
Veamos este ejemplo:
Paola es una estudiante universitaria; ella debe realizar la entrega de las siguientes asignaciones para el martes de la próxima semana (parcial, taller aplicado, sustentación de trabajo final.) Ella piensa “me he esforzado tanto este semestre, me merezco un descanso”, así que sale con las amigas, comparte tiempo con su pareja, mira series y películas, ve que es sábado y dice: “Aún tengo tiempo para hacerlo, mejor voy al cine”.
Sin darse cuenta, llega el lunes y ella preocupada dice: “¿Por qué no hice esto cuando tuve tiempo de hacerlo?”. Ahora preocupada, trata de realizar todas las tareas pendientes para entregarlas a tiempo, lo que además le costó horas de sueño por el desvelo que tuvo esa noche, así como estrés, incertidumbre y preocupación.
La organización y gestión del tiempo es la clave
Tal vez “perdemos el tiempo” porque preferimos otro tipo de actividades, o no queremos hacer algo en particular. Para evitar esto, es esencial llevar una organización de tu rutina.
La organización y gestión de tiempo es algo muy importante; algo que muchos de nosotros no tenemos sistematizado. Puedes organizar tu día desde el comienzo, anotando en una agenda todas las actividades que vas a realizar durante el día.
También puedes organizar tu calendario con todas las actividades y asignaciones que debes hacer, de esta forma te asegurarás no olvidarte de nada y poder cumplir con tus deberes a tiempo.
Por último, evita el uso de redes sociales o distractores mientras estás realizando algunas de las actividades que tienes pendientes. Esto te permitirá concentrarte y hacerla dentro de los plazos establecidos.
Recuerda siempre que el poder está en ti y los límites los pones tú.