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Psicoanálisis y abuso sexual infantil

a.s.i

Freud introduce a comienzos del siglo XX la idea que la sexualidad es constitutiva del ser humano y las marcas que deja en la infancia serán las que configurará las bases del psiquismo adulto.

Cuando hablamos de abuso sexual infantil estamos nombrando el lugar de objeto de uso que este niño tiene para ese sujeto abusador.
Con esto decimos que A.S.I. (abuso sexual infantil) corresponde a un uso sexual de un niño tomado como objeto de goce.

¿Cuál es el dispositivo de tratamiento que desde el psicoanálisis podemos propiciar para estos niños que han vivido una situación tan traumática?


Y otra cuestión que no es de menor importancia es la re-victimización, muchas veces, niños víctimas de A.S.I., luego de anunciar ésta situación deben atravesar por distintos procesos nivel legal, médico, etc., que claro es necesario porque el niño muchas veces espera que el abusador sea sancionado.


Desde que me recibí tuve la oportunidad de trabajar con esta problemática, inicie mi práctica en la Dirección General de Infancia y Familia y aún sigo trabajando con pacientes víctimas de abuso sexual en mi consultorio. Y la cuestión de la denuncia sigue siendo, pareciera interminable, generando un desgaste muy grande en mis pacientes. En la Argentina se realiza la denuncia en la comisaría de la mujer o en las U.F.I., unidades funcionales de instrucción y juicio, hasta que con suerte pasan a juicio pueden pasar años o hasta incluso la causa puede quedar archivada por faltas de pruebas.


Porque para la justicia es fundamental que el niño cuente lo que le pasó, que cuente la VERDAD. Esta re-victimización puede ser generador de un segundo tiempo del trauma y por ende volverse traumatizante.


Y aquí estaríamos hablando de verdades diferentes, para el Lacan, psicoanalista francés, la verdad tiene estructura de ficción, es una verdad subjetiva a construir.

En cambio la verdad jurídica no es una verdad en abstracto sino aquella que se escribe en el expediente, se trata de la verdad histórica, ellos corren tras de la verdad objetiva.


Claro que creo que es imprescindible que el ámbito jurídico interceda como tercero social que instaure la Ley fallida, forcluida, que permita reparar el desamparo sufrido y el orden genealógico perdido.


Desde mi posición ética sostengo una escucha de la subjetividad de cada niño en cuestión. Los psicólogos, creo que debemos corrernos de tratar al niño como un caso de un niño abusado y de este modo perder su identidad, debemos alojarlos en un dispositivo terapéutico que permita hablar del padecimiento, del acontecimiento traumático, pero donde no se pierda la individualidad; y su elaboración dependerá de la subjetividad de cada uno.

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¿Cómo los hacemos desde la clínica con niños? Jugando, hablando, introduciendo el síntoma en la escena trasferencial.

La mayoría de los síntomas asociados un A.S.I. también se presentan en otros sujetos que no fueron abusados sexualmente.


Es por ello que más que centrarnos en el desciframiento fenomenológico de los síntomas debemos centrarnos en los procesos psíquicos implicados en la tramitación de estas vivencias.


Las situaciones de A.S.I. serán traumáticas porque el recuerdo de las mismas entra en conflicto con la conciencia moral del sujeto que las padece produciendo la represión.


Ahora bien porque un niño se puede sentir culpable, podemos pensar, desde Freud, que se debe a los preceptos morales que se inculcan en las familias, escuelas, etc., donde se empuja a la censura de las manifestaciones de las mociones sexuales en la infancia, ante esto, el yo censura.

Las escenas sexuales, no solo son traumáticas por entrar en conflicto con la conciencia moral sino que generan excesivos niveles de excitación en el niño, que no cuentan con las herramientas para poder tramitarlo en ese momento.

Mario Zarate define el A.S.I. como las acciones reciprocas de un niño y un adulto, donde el niño está siendo usado para la gratificación sexual del adulto, donde el pequeño no puede dar su consentimiento. Quedando el niño en el lugar de objeto, desencadenándose la catástrofe subjetiva.


Existen dispositivos terapéuticos que desde cierta posición “especializada” en el tratamiento de A.S.I. propician activamente la representación lúdica del hecho vivido través de los denominados muñecos anatómicamente correctos o bien proponen la reviviscencia textual del hecho traumático de forma detallada y aquí me surge la
pregunta:


¿Estos tratamientos permiten una elaboración del padecer o producen fijaciones del trauma?
Sostengo desde mi posición ética más que un hacer el bien, se trata de un bien hacer.
Con esto digo considerar la subjetividad de cada niño.

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