Es común sentir algún tipo de dolencia en el cuerpo que no podemos explicar. Esto muchas veces tiene su explicación en la mente en vez del cuerpo, para nuestra sorpresa. ¿Por qué pasa esto? Hablamos de un trastorno psicológico conocido como psicosomático que se origina en la psiquis y luego se manifiesta en el cuerpo, provocando alguna consecuencia en el organismo. Te contamos más.
La psicosomática trata de alguna dolencia o afección a la que le atribuimos un origen emocional o psíquico. Como tal, puede considerarse como tal una enfermedad en la cual que el factor psicológico contribuye a que la enfermedad física se inicie o empeore.
Aún hoy, los psicólogos clínicos nos encontramos con una gran cantidad de pacientes que acuden a su primera consulta luego de un largo peregrinar entre médicos, diagnósticos, historias clínicas y estudios de todo tipo. Expresando “ya fui a todos lados, no saben que tengo, por eso vengo “.
Con esto no quiero decir que las consultas médicas y estudios no deban realizarse, muy por el contrario; creo que la salud física es un aspecto fundamental en el ser humano. Pero no el único, también debemos tener en cuenta la salud mental, son inseparables; mente sana – cuerpo sano. Y por suerte, cada vez hay más médicos que apuntan a una atención integral, derivando a especialistas en salud mental, dependiendo del caso; psicólogo y/o psiquiatra.
En mi país tenemos un dicho popular: “es psicológico no más…”, como poca cosa y suele aplicarse ante situaciones y /o afecciones que tienden a minimizarse o hasta confundirlas con fantasías. Y los dichos populares hablan mucho de nosotros, dicen cosas que no sabemos que decimos. Y a pesar de que la psicología como ciencia ha ganado terreno en el ámbito de la salud, aún quedan secuelas de antiguos paradigmas y de la minimización ante el sufrimiento mental. Lo que puede ser tan dañino como el sufrimiento orgánico o más.
¿Quiénes pueden padecer una afección psicosomática?
Las estadísticas demuestran que han aumentado las consultas por afecciones psicosomáticas año tras año, en todos los ámbitos de la salud. Viendo su máxima expresión en el periodo de Pandemia por Covid-19, ¿Cuántos han somatizado con alguno de los síntomas de la enfermedad cuando poco sabíamos del virus?
El pánico y la ansiedad hicieron estragos en salud mental a nivel mundial durante la cuarentena obligatoria. Esto quiere decir que cualquier persona bajo una situación de estrés agudo o pánico puede llegar a somatizar. Pero también es verdad que existen personalidades con mayor tendencia a la somatización, por ejemplo: personas con ansiedad o depresión tienden a somatizar emociones. También sucede en personas que tienden a automedicarse, usando fármacos como analgésicos o sedantes, y les genera una dependencia. Esto puede agravar aún más el problema, siendo fundamental solicitar ayuda a los profesionales especializados.
Si bien cada persona es un mundo singular y por lo tanto pueden existir tantas afecciones psicosomáticas como personas, nombro algunos ejemplos más comunes:
-
- Problemas gastrointestinales: dolor abdominal, diarrea, hinchazón.
- Dificultades respiratorias y cardíacas: mareos, taquicardia, dolor en el pecho, sensación de ahogo, entre otros.
- Problemas sexuales: falta de líbido, pérdida del apetito sexual, menstruación irregular, etc.
- Afecciones neurológicas: desvanecimiento, amnesia, debilidad muscular, etc.
“La voz del inconsciente es sutil, pero no descansa hasta ser oída”. (Sigmund Freud, Teoría del inconsciente)
Desde el punto de vista psicológico “la somatización se entiende como un mecanismo de defensa inconsciente mediante el cual una persona sin proponérselo, convierte un malestar emocional en un síntoma físico, desviando así la atención del conflicto psicológico que le genera ansiedad”.
De allí la importancia de la terapia psicológica, pensada como un espacio donde pueda ponerse en palabras esto que no se dice. Generando así, a través de la circulación e inscripción de la palabra y en un vínculo trasferencial paciente – terapeuta, nuevos significantes, un nuevo sentido y posición subjetiva ante ese malestar que ya no sea el sufrimiento. Porque de algo estoy segura: “lo que no se habla” persistirá hasta ser oído y se va a expresar de todos modos, por ejemplo, a través del cuerpo.