El tema de la afectividad es tan importante y necesario en las relaciones humanas, que en este artículo quiero ayudarte a explorar esta área con base en los lenguajes del amor.
Para empezar, es necesario hacer la siguiente pregunta: ¿Dónde aprende el ser humano a amar?
Es fundamental responder este cuestionamiento, pues allí encontraremos el fundamento base sobre el porqué de las diferencias en la expresión afectiva.
Ahora bien, definamos de forma rápida el tan complejo concepto de amor; para ello vamos a lo práctico, en el diccionario de la RAE encontré las siguientes definiciones:
- Sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser.
- Sentimiento hacia otra persona que naturalmente nos atrae y que, procurando reciprocidad en el deseo de unión, nos completa, alegra y da energía para convivir, comunicarnos y crear.
- Sentimiento de afecto, inclinación y entrega a alguien o algo.
Teniendo estos conceptos respondamos la pregunta, ¿dónde aprendemos a amar? Supongo que la respuesta ya te la imaginabas. Sí, en la familia, el primer ente socializador de todo ser humano, ese contacto con los vínculos afectivos en la primera infancia son trascendentales a la hora de establecer vínculos en la adultez.
Y esto nos lleva a deducir, más por lógica que por las mismas teorías, de que cada núcleo familiar expresa el amor de diferentes formas, estas conductas de amor están permeadas por la cultura, la época, las costumbres a través del tiempo de un linaje familiar.
Respecto a lo anterior, el autor Gary Chapman encontró cinco principales lenguajes:
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- Palabras de afirmación (Reconocimiento y elogios)
- Tiempo de calidad (Estar presentes y dedicar momentos valiosos)
- Regalos (Dar algo material)
- Actos de servicio (Hacer algo por el otro como cocinar o cuidar de él)
- El contacto físico (Caricias y abrazos)
Es importante evaluar nuestra forma de dar amor, ya que en muchas ocasiones no se relaciona con la forma de recibirlo. Por ejemplo, muchas madres y abuelas expresan el amor a sus hijos y nietos, cocinando para ellos o cuidándoles cuando están enfermos, pero se les dificulta mucho recibir esos cuidados y esas muestras de afecto, porque no están acostumbradas a “ser servidas” y pueden llegar a sentirse mal.
Así mismo, conocer nuestro lenguaje de amor y el de quienes nos rodean nos ayudará a convivir de una manera más adecuada y a entendernos para evitar conflictos. Retomando el caso anterior, muchas madres y abuelas expresan el amor con actos de servicio, mas no son capaz de demostrarlo por medio de contacto físico o palabras de afirmación. Muy seguramente porque en su época, su cultura y su dinámica familiar no les permitió adquirir ese lenguaje.
¿Y por qué se le llaman lenguajes?
Porque vienen siendo acciones que logran comunicar algo, en este caso, el amor. Por ende, si hablamos diferentes lenguajes es probable que en algunas ocasiones no podamos entender lo que el otro intenta expresar.
Imagina que vas a un país nuevo para ti, Alemania quizás o Grecia, y allí te encuentras con una brecha idiomática, en varias ocasiones alguien se queda mirándote, quizás gusta o se enamora de ti, y en su idioma intenta decírtelo, intenta expresarlo, pero como es un lenguaje diferente al tuyo, no le entiendes nada de lo que dice e incluso malinterpretes sus actitudes y lo encuentres incómodo.
Pues bien, a veces esto mismo sucede con los lenguajes del amor, así hablemos el mismo idioma, no logramos entender lo que la otra persona intenta decir con sus actitudes y comportamientos, cayendo fácilmente en mal interpretaciones.
La importancia de conocer los lenguajes del amor es lograr empatía y fortalecer los vínculos afectivos, no solo en las relaciones de pareja sino también con familiares y amigos.
¿Ya sabes cuál es tu lenguaje del amor? Y más importante aún, ¿Quiénes te rodean entienden tu lenguaje a través de tus actitudes?
