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Salud mental, física y espiritual: el camino para el desarrollo personal

Malo conocido que bueno por conocer

Por diversos medios escuchamos acerca de la salud integral, de la estabilidad en diversas áreas de nuestra vida y de la necesidad de mantener un equilibrio transversal en cada rol que cumplimos; sin embargo, muchos concluyen su proceso de transformación en un cuestionamiento que los hace retroceder y prefieren quedarse con lo “malo conocido en vez de lo bueno por conocer” cómo lo dice el viejo refrán, refiriéndose a la dificultad que nos genera el realizar cambios en nuestra vida, soltar experiencias, personas, condiciones y demás para experimentar con nuevas cosas que pueden traer desarrollo personal. 

La OMS afirma que la salud en general es un estado de completo bienestar, físico, mental y social, vamos a comprender primero a qué nos referimos con salud mental, física y espiritual y segundo identificaremos puntos clave para saber cuándo tenemos salud en estas tres distinciones y cómo mejorar la misma. 

En referencia a la salud mental, la OMS indica que se trata de “un estado de bienestar en el cual el individuo es consciente de sus propias capacidades, puede afrontar las tensiones normales de la vida, puede trabajar de forma productiva y fructífera, y es capaz de hacer una contribución a su comunidad”. Lo que nos indica que la salud mental no hace referencia exclusiva a la ausencia de una enfermedad. 

Pasando a la salud física, los objetivos de desarrollo sostenible (ODS) números dos, seis y once, nos comparten que implica “el bienestar del cuerpo, y su óptimo funcionamiento” haciendo referencia a que debemos tener una condición física adecuada para realizar actividades básicas en la sociedad en la que vivimos. Sí relacionamos lo anterior con la distinción de salud mental, podríamos agregar que la salud física también implica tener una condición adecuada para lograr nuestras metas, lo que hace referencia a diversos niveles de bienestar físico dependiendo de lo que cada persona quiera lograr en su vida. 

Para cerrar las distinciones con el concepto de salud espiritual, debo aclarar que todo ser humano en algún momento de su vida busca vivir por una causa más allá del yo, independientemente de su religión, de que se considere ateo, agnóstico u otro; de hecho Feist y Feist (2006) proponen una adaptación a la teoría de las necesidades humanas de Malow, en la que reconocen las Necesidades de auto-trascendencia, cuyo objetivo es “promover una causa más allá de sí mismo y experimentar una comunión fuera de los límites del yo; esto puede implicar el servicio hacia otras personas o grupos, la devoción a un ideal o a una causa, la fe religiosa, la búsqueda de la ciencia y la unión con lo divino”. Con esto podemos decir que en algún momento, duradero o no, buscamos un objetivo que puede considerarse espiritual, situado en el servicio a otros; tener metas más allá del yo sobrepasa nuestras metas mentales y físicas, por lo que se torna en la búsqueda espiritual de la trascendencia. 

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Aclaradas ya las distinciones de salud mental, física y espiritual, podemos entender los siguientes puntos clave como necesarios para identificar nuestro punto de partida en búsqueda de salud integral y desarrollo personal: 

  • Ser consciente de mis capacidades: En muchas ocasiones pasamos nuestros días “ciegos” acerca de nosotros mismos, de lo que nos sucede, de nuestras fortalezas y nuestras limitaciones. Poder “ver” con claridad nuestras capacidades nos permite saber cuándo necesitamos apoyo, quién o qué es el apoyo indicado, cómo solicitarlo, en qué parte de mi proceso de cambio estoy y cuánto me falta para obtener los resultados que busco.
  •  Afrontar las tensiones normales de la vida: El famoso Henry Ford nos comparte en una de sus frases célebres “Los obstáculos son esas cosas espantosas que ves cuando apartas los ojos de tu meta.”  

 Es un hecho que una vida de desarrollo personal no es estática, implica cambios regulares que generan tensiones y estrés, sensaciones no muy agradables, pero al igual que el miedo figuran como un estado de alerta necesario para llevar las cosas a la acción, así que “manos a la obra” y cómo lo dice el famoso escritor Daniel Goleman la tensión y el estrés en realidad están a nuestro servicio; sin embargo, se convierten en esas “cosas espantosas” cuando los usamos mal y nosotros nos encadenamos a dichas tensiones. 

  •  Tomar decisiones implica prepararse: El “para dónde vamos” en el caminar de nuestro desarrollo personal, es la meta que debe ir acompañada de decisiones y dichas decisiones deben ir acompañadas de acciones, es decir, pensar qué voy a hacer, también debe responder a cómo lo haré y cuándo será eso. 

 En conclusión, “Solo unos pocos encuentran el camino, otros no lo reconocen cuando lo encuentran, otros ni siquiera quieren encontrarlo” como le dice Lewis Carroll en su libro “Alicia en el país de las maravillas”. Y tú, respecto a tu desarrollo personal.

¿En cuál de estos tres grupos estás?


Luisa Fernanda Sepúlveda

Me especializo en conflictos de orden emocional, como ansiedad, estrés, depresión, pánico, duelos, rupturas amorosas, etc. Adicional tengo experiencia acompañando proyectos de vida, orientaciones vocacionales, procesos de cambio y adaptabilidad a situaciones difíciles, quieres saber más de mi clic aquí.

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