¿Para qué nos sirve ir a terapia?
¿Cuán importante es comenzar? ¿Sostener un proceso terapéutico es recomendable? ¿Por cuánto tiempo? Estos interrogantes responden, en muchas ocasiones, a las principales incógnitas que nos realizamos con respecto a asistir a psicoterapia. Finalmente, resuena en nuestras peculiaridades ¿Es realmente necesario ir a terapia?
Es preciso definir qué entendemos por psicoterapia, es un conjunto de procedimientos psicológicos destinados a brindar ayuda a las personas cuyo sufrimiento tiene origen en un padecimiento vital, con las expectativas que corresponden a la evolución dentro de un marco cultural determinado. En sentido amplio, corresponden a los procesos psicosociales que tienen lugar desde el inicio al fin de la psicoterapia. El mismo se compone de distintas fases: exploración de la situación, comprensión de la situación en relación con los objetivos, activación para conseguir los mismos.
Por otro lado, es una relación que se constituye de la colaboración entre el terapeuta y el paciente. A su vez, es un acto comunicativo, que como tal requiere del esfuerzo de la construcción de un lenguaje común, para un intercambio real entre el propio logos y telos de cada sujeto.
Es imprescindible destacar el hecho de que somos personas, que pasamos por distintos procesos mentales y vitales, deseos y motivaciones, como también así por un abanico de emociones, que gracias a la psicoterapia podemos registrar. Entonces, ¿Qué valor tiene la continuidad del proceso terapéutico?
La psicoterapia es un proceso continuo en el que el paciente debe llevar a cabo un tratamiento y apelar a obtener por ese medio elementos que potencien fuerzas de cambio, en consecución de lograr los objetivos que pretende el tratamiento. Esto desemboca en el aumento de la efectividad de los resultados, y ayudan, al mismo tiempo, a sostener los logros de un tratamiento. Responde a una trama en la que se entretejen tres componentes: un contrato entre paciente y terapeuta, un vínculo emocional que permite alimentar la esperanza necesaria para promover los cambios y un conjunto de vivencias que constituyen el núcleo activo de la intervención.
Un factor de cambio esencial en todas las formas de psicoterapias es la alianza terapéutica, siguiendo el lineamiento de Bordin se trata de la articulación entre tres componentes: el vínculo establecido entre paciente y terapeuta: la calidad de este vínculo determina el tono emocional de la vivencia que el mismo posee del terapeuta, lo cual influye en su colaboración en el proceso terapéutico; el grado de acuerdo en los objetivos de la terapia, es decir si paciente y terapeuta orientan sus esfuerzos en la misma dirección; y el acuerdo en las tareas de la terapia: es decir, aquellas herramientas que son adecuadas para conseguir los objetivos propuestos.
La alianza terapéutica posee sus fundamentos en la comprensión empática, autenticidad y aceptación incondicional que se da entre paciente y terapeuta, que son de índole no solo racional sino emocional.
A modo de síntesis, es relevante mencionar que nuestro esquema mental requiere de equilibrio y bienestar, a través de rutinas cotidianas y ejercicios de introspección, lo que nos permite alcanzar grados de estructuración psíquica y, por lo tanto, de salud mental. La tarea consiste en generar cambios perdurables en el tiempo, a fin de generar nuevos horizontes, y convertirnos en hacedores de nuestra propia realidad.
