La mayoría de mis pacientes o consultantes, son mujeres, hasta aquí, me imagino, que no es ninguna sorpresa, ya que, según los resultados de un estudio realizado en 2021, llamado “Termómetro de Salud Mental” en Chile, las mujeres tienen 17 puntos más, de sintomatología depresiva que los hombres.
Uno de estos motivos obedece justamente a nuestra formación patriarcal, en la cual, los hombres, bien hombres, no lloran, no demuestran sus sentimientos y su principal papel en la familia es proveer. Si bien hay que admitir que nuestra sociedad está cambiando y ya existen pequeños atisbos de igualdad, sabemos que aún queda mucho por hacer, para llegar al empoderamiento masivo del género femenino.
Tenemos, por otro lado, que, el objetivo principal de la psicoterapia es entregar o desarrollar herramientas necesarias para que los pacientes, logren mejorar su calidad de vida, generando bienestar mental, físico y emocional.
En el caso de las mujeres, y es algo que se repite de manera constante en el ejercicio de la práctica clínica, es que llegan con motivos manifiestos (sintomatología) muy claros y desgraciadamente con bastante data, pero no tienen mucha claridad respecto a su motivo de consulta, sin embargo, hay algunos que se repiten con bastante frecuencia y son:
- Falta de autoestima.
- Falta de Seguridad.
- Culpa.
No es fácil lidiar con estas temáticas, porque vienen muy arraigadas y se van transmitiendo de generación en generación, creando patrones de pensamientos y actitudes limitantes, los cuales no les permiten avanzar, ni crecer y tampoco reconocerse, como individuos.
En el proceso de psicoterapia, las mujeres se van empoderando, poco a poco y comprenden, por ejemplo, que no tienen por qué sumarse problemas ajenos, responsabilidades de otros, frustraciones de otros y se van dando cuenta, que muchas veces esa carga psicológica, por la responsabilidad social de ser mujer, les pasa la cuenta.
Son vidas de mujeres, por lo general, cargadas de frustraciones, desilusiones, sentimientos, de insuficiencia, comparaciones y mucha pena, porque se sienten incomprendidas, por sus propias familias poco escuchadas y solas.
Por lo cual, uno de los grandes objetivos en la psicoterapia es justamente empoderar a la mujer, lo cual es fundamental, para poder aumentar su autoestima, aprender a confiar en ellas mismas y, por último, ir trabajando la culpa, en diversos aspectos de su vida. Es difícil concluir un buen proceso psicoterapéutico, sin antes haber logrado empoderar a la mujer de su valía.